Una de las causas más altas de fallecimientos en la actualidad está originada por enfermedades que se contagian por el aire. Situaciones como la vivida actualmente por la Covid-19 demuestran la virulencia de alguna de estas patologías.
A continuación te contamos cómo se contagian y qué factores pueden ayudar a prevenirlas.
Índice de contenidos
El aire como vía de contagio
Aunque el aire de nuestro entorno pueda parecer sano y limpio, son muchísimas las partículas microscópicas que transporta y que no podemos percibir a simple vista. De todas esas partículas, algunas toxinas y alérgenos pueden causar un gran número de enfermedades.
La transmisión por aerosoles ha sido evidenciada como uno de los medios de infección más frecuente y que requieren una serie de medidas de prevención muy concretas para evitar una mayor virulencia en los contagios.
Los aerosoles son partículas en suspensión en el aire formadas por pequeñas gotitas respiratorias emitidas al hablar, respirar, toser o estornudar que se imbrican con el aire del entorno.
Dado que la transmisión por aerosoles desempeña un papel tan importante en el contagio de enfermedades, es conveniente tener claro qué tipo de medidas hay que tomar para prevenir la propagación y la contaminación.
Cómo se transmiten los aerosoles
El ser humano, al hablar, respirar, toser, cantar, estornudar o gritar, expulsa pequeñas microgotas de diversos tamaños que contienen materia orgánica además de microorganismos patógenos activos e inactivos.
La inhalación de partículas de aire con componentes nocivos puede generar el contagio de algunas enfermedades como la gripe, la varicela, la tuberculosis, la tos ferina, las paperas o el sarampión.
El diminuto tamaño de estas micropartículas exhaladas por los seres humanos permite que sean transportadas en el aire de forma masiva y se propaguen a gran velocidad.
En particular, las micropartículas de menos de 3 micras pueden permanecer suspendidas en el aire durante períodos de tiempo muy prolongados y alcanzar grandes distancias debido a las corrientes de aire.
Pero no solo el entorno climatológico puede causar la propagación de partículas infecciosas, sino que la disgregación de enfermedades que se contagian por el aire puede verse favorecida al realizar diversas acciones:
– Al realizar actividades como barrer el suelo, arrojar basura, triturar residuos, perforar o arar los campos y trillar la tierra se realizan perturbaciones físicas que mueven las partículas y propician su expansión.
– En el sector de la industria, la clasificación de desechos y la elaboración de abonos de tipo orgánico, además de las actividades propias de la agricultura o el procesado de algunos alimentos genera la difusión de los aerosoles.
– La propia acción del viento, tanto en lo que respecta al exterior de las viviendas e instalaciones, como en las corrientes de aire generadas en los interiores, actúa de forma positiva para la transmisión de agentes patógenos.
Qué ocurre al inhalar aerosoles
Las partículas en suspensión cuyo tamaño supere los 3 micras son retenidas en la zona mucosa que recubre las vías nasales, lo que permite su expulsión. En el caso de partículas de tamaño inferior, como las de tamaño medio, se depositan en las vías respiratorias, antes de la parte superior de los pulmones.
Este tipo de partículas son susceptibles de ser expulsadas por los cilios que recubren los conductos de aire y que constituyen un mecanismo de defensa natural de nuestro organismo.
Sin embargo, hay una serie de partículas cuyo tamaño suele ser inferior a 2 micras, que alcanzan la región alveolar, situada en el plano más bajo de los pulmones. Respirar a través de la nariz es una acción que ejerce funciones de barrera orgánica ante las partículas dañinas del aire.
Aunque el cuerpo humano está diseñado con mecanismos de retención y defensa ante agentes patógenos externos, las partículas perniciosas procedentes del entorno que quedan atrapadas en las mucosas no están exentas de generar algún tipo de problema infeccioso.
Comunidades bacterianas
El 90% de nuestro tiempo lo pasamos dentro de algún tipo de edificio, ya sea por motivos laborales, sociales o personales. Tanto en hogares como en negocios existen diferentes cepas de comunidades bacterianas relacionadas directamente con las ubicadas en un ambiente exterior circundante.
Si bien los grupos fúngicos son variables dependiendo de la zona y del tipo de climatología, en lo que respecta a las bacterias la cosa cambia. El porcentaje de afectación es dependiente del número de personas en dicho espacio o la presencia de animales domésticos.
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Además, la posibilidad de padecer enfermedades que se contagian por el aire aumenta exponencialmente según las diferencias en el estilo de ventilación, la configuración ambiental del edificio o problemas como la humedad.
El viento como agente transportador
El polvo en suspensión movilizado por el viento está cargado de microorganismos que pueden recorrer largas distancias auspiciados por la fuerza de los movimientos de aire.
No son pocos los estudios que han demostrado que las tormentas de polvo inciden notoriamente en el aumento de las enfermedades que se contagian por el aire, como por ejemplo la gripe aviar o la enfermedad de Kawasaki en niños.
Si bien no es necesaria la acción de las inclemencias meteorológicas para la dispersión de agentes patógenos que causan enfermedades, éstas constituyen un agente potenciador.
Algunas de las enfermedades que se contagian por el aire son sarampión, varicela, tuberculosis pulmonar o laríngea, meningitis, difteria, parotiditis, tos ferina, rubéola o gripe.
Cómo evitar la transmisión
Es conveniente tomar ciertas precauciones genéricas para evitar el contagio de los gérmenes de las enfermedades que se contagian por el aire, con especial atención en momentos de exposición a patologías concretas o de particular virulencia.
Es importante recordar que los gérmenes pueden durar mucho tiempo en suspensión formando parte del aire o del polvo que nos rodea y que pueden ser trasladados a grandes distancias con ayuda del viento o en contacto con alguna superficie.
Consejos para evitar los contagios
A priori, existen una serie de rutinas que resultan muy útiles para evitar los contagios.
1. Lavarse las manos
Mantener una regular higiene de las manos, enjabonándolas correctamente y secándolas para evitar la incidencia de hongos es una de las medidas más importantes y uno de los mecanismos de prevención más importantes.
2. Mantener la distancia
En especial, cuando una persona estornuda o tose es conveniente mantener cierta distancia de seguridad para evitar el contagio de algunas enfermedades al minimizar la posibilidad de contacto con alguna sustancia volante.
3. No tocar
Es conveniente evitar el contacto continuado con todo tipo de superficies, ya que luego al tocarse la nariz, los ojos o la boca se eleva notoriamente la posibilidad de contagio. El uso de una mascarilla es una medida útil como protección ante las enfermedades que se contagian por el aire.
A mayores, la correcta ventilación de espacios comunes es uno de los principales consejos para prevenir la transmisión de enfermedades que se contagian por el aire. El uso de dispositivos de ventilación y aireación inteligente del hogar o del trabajo permite blindar el entorno y hacerlo más saludable.
La instalación de un sistema de ventilación mecánica o el uso de purificadores de aire minimiza los riesgos de exposición a los agentes contaminantes y ayuda a evitar la transmisión de enfermedades que se contagian por el aire.
El uso de los filtros de aire adecuados en el mecanismo de climatización del hogar disminuye la incidencia de gérmenes y bacterias, evitando los posibles contagios y la transmisión de virus.
Christina G. Nogueira
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